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Australia en el mundo

En los mapas mundi que he visto por aquí, Australia está en el centro. En los nuestros, en el intento de bidimensionar lo que es redondo, Australia aparece en el mapa como si se estuviera dando la vuelta (y Nueva Zelanda como si estuviera de perfil). Y asi pasa. Que a los australianos les molesta que nadie los tenga en cuenta "con lo grandes que son".

No voy a entrar en si su espacio vital merece el espacio informativo que su numero de habitantes no parece haberse ganado. Por culpa de estas discusiones en España el voto de un turolense vale mucho mas que el de un madrileño. Me limito a mostrar un poster que ya he visto bastantes veces decorando el despacho de mucha de la gente con la que trabajo. Que no deja de ser curioso.

Son unos 22 millones de habitantes con una de las cifras de densidad de población más baja del mundo.

Al colegio a caballo

Mi vecino de al lado del trabajo nos ha mostrado esta noticia de hoy: Ejerciendo el derecho que una vieja ley escolar le daba (2), el "Captain School"(1) de un colegio de Melbourne ha decidido ir a clase a caballo (4).
Bueno, hay bastantes dudas que surgen a bote pronto, pero una certeza: Debe ser grandioso aparcar tu caballo en la puerta antes de ir a clases de lengua (3).


(1): Captain School es el alumno elegido por sus iguales o por el consejo escolar para... ser eso. Como el jefe de algo que no tiene potestad para obligar a nada. Como un rey, vamos. Creo que la edad es a los 12 y/o a los 16.
(2): Hay tres leyes: Dejarse barba y poder ir con la esposa a actos oficiales son las otras dos (...)
(3): Eso es dar la campanada, y no, como hizo mi ex-amigo Avo a los 12: Aparecer con unas Reebok Pump (1990) y simplemente dejar que nosotros mismos lo fueramos descubriendo.
(4): Las reacciones a mi alrededor han sido simplemente nulas. Hay convivencia con ciertas leyes que vienen de lejos y que no dejan de dar ambiente a los titulares de los diarios.

Viviendo en el hotel de Barton Fink

No haber visto "Barton Fink", no es motivo para dejar de leer esto. La foto es de la peli (no, no soy yo). Se que el título tiene ese problema, que la película no es muy conocida. Pero es que si supiérais dónde me alojo (y la hubiérais visto), no podríais dejarlo pasar.




Vivo en un sitio de pasillos oscuros, presencias inquietantes, gestores orientales y moqueta, mucha moqueta. Lo primero y lo último no tiene mayor desarrollo. Al fin y al cabo, Australia sigue teniendo a la reina de Inglaterra en casi todos sus billetes. Lo de la nacionalidad del gestor no es racismo. Es Blade Runner (y si no se entiende esto, hay que volver a ver Blade Runner). Pero en vez de hablar de ojos de mentira, hablamos de lo poco que me voy a quedar. Y lo de las presencias, pues porque oía ruidos de puertas, duchas en funcionamiento, ropa dentro de la lavadora, televisores encendidos dentro de las habitaciones e incluso escuchaba pisadas, pero no veía nunca a nadie. Así pues, me sentía como John Turturro en la película del título, pero con la salud mental preservada. Más ahora que he oído algo nuevo. Llamaban a la puerta. Podría haber sido Nicole Kidman con sus crios blancuchos buscando a un primo (yo) del mismo color, pero no, era un AUSTRALIANO. De los que de chiquititos se bebían un litro de leche (entera) cada mañana, se limpiaban el bigote con la manga y te mostraban una sonrisa de dientes perfectos. Me ha dicho algo que no he entendido, pero tenía mi móvil en la mano: Se me había olvidado en la cocina y venía a devolvérmelo.



PD: Por si me leen mis padres y respondiendo lo que se están preguntando: Mi cuarto es grande, la zona es genial, la ducha sale ardiendo y con presión a la primera, no he tenido gestionar casi nada que luego dejaría aquí (mantas, platos...) y no me han puesto pegas por irme tan pronto. Bueno, y porque se parece al hotel de Barton Fink.

Día del Zombie en Melbourne

Como todos los domingos previos al 30 de Octubre, millares de adolescentes, jóvenes y no tan jóvenes de Melbourne se reunieron para conmemorar el día del Zombie.



La marcha, llevada a cabo por la acera, desafió con entusiasmo las adversas condiciones climatológicas, e hizo las delicias de los habitantes de esta ciudad tan poco habituada a la profusión de conductas zombies.


Pudieron verse todo tipo de zombies, desde los muertos vivientes que simplemente arrastran los pies mientras conversan con sus compañeros a personajes ya clásicos como la monja zombi o cientos de novias ensangrentadas.




Junto a ellos, celebridades nunca antes vistas en roles de zombies, como el león del mago de oz, Charles Chaplin o Superman.


No obstante, los más numerosos fueron aquellos que caminaron al ritmo de Thriller, auténtico himno zombie de este cada vez más numeroso colectivo.





La reunión finalizó en el "centro neurálgico de la ciudad", Federation Square, con la lectura de un manifiesto cuyos puntos básicos (subida de pensiones, ayudas en la compra de libros de texto...) no difirieron de los de pasadas ediciones.




Fotos (de arriba a abajo):

Zombies cruzando semáforo. Zombies esperando el autobús. Zombies posando para fotos de japoneses. Zombies (uno de ellos es Walter White, protagonista de la serie "Breaking Bad") seguidos de dos figurantes de Eyes Wide Shut. Zombies. Zombie y jocosa observadora.

Luchando contra la muy española sensación de desconfianza

Soy español. Cuando era pequeño, para atravesar sin mayores incidentes el Parque que había camino de mi colegio tenía que pagar 25 pesetas a un chico algo mayor que yo que con el transcurrir de este chantaje ni se bajaba de la bici para hacerlo.
Mucho tiempo después, en Sevilla, me robaron la bici. Estaba en un balcón en un primer piso alto. Vamos, que lo hicieron con grúa.

Y ahora vengo a "Pleasantville", donde no solo nadie quita el sillín de la bici, sino que mucha gente ni siquiera la canda. Donde en las bibliotecas salen a fumarse un cigarro y dejan el portátil encima de la mesa. Donde muchas mujeres en los bares, dejan su bolso encima de una mesa bien abierto y visible. Ya, ya se que esto pasa un muchos países. Pero los otros simplemente los he visitado.

Y como pasaba en "Pleasantville", contribuyo a empeorar esta situación. No robo, pero desconfió de que me roben. Y creo que mis reservas podrían llegar a expandirse como un virus: Mi casero (el oriental), cuando me dijo de pagarle la mensualidad, en vez de darme un numero de cuenta, me dijo que metiera mi dinero (en un sobre) por debajo de la puerta del despacho que tiene en la residencia. Despacho que McGyver abriría de un soplido. Le dije que me quedaba mas tranquilo si se lo ingresaba en una cuenta corriente, a lo que él contesto: Todo el mundo en esta residencia lo mete por debajo de la puerta. Y yo, idiota de mí, le dije que con más motivo ahora prefería meterle el dinero en el banco. Idiota por decirlo. Soy genéticamente incapaz de meter cientos de dolares debajo de una puerta y quedarme relajado. Pero estoy trabajando en ello. Quizá en unas semanas pueda ir a ducharme sin cerrar la puerta de mi cuarto con llave.


PD: Hay que ver "Pleasantville" (siendo paciente los primeros 10 minutos).

Informalidad como hecho formal

Ir planchado, como muchas otras convenciones sociales, no es más que el residuo de algo impuesto por higiene que a día de hoy carece de sentido. La plancha servía para matar bichos que habitaban la ropa. Estos ya no están. Lavadoras, mejores tejidos e higiene personal la hacen innecesaria. Y no sólo consume tiempo, sino también energía. Pero al igual que decir jesús tras cada estornudo, se ha quedado como signo de buena educación.

Sí, así es: Aquí poca gente va planchada.

Pero no solo eso. El jefe del sitio en el que curro, aparece cada día vestido de ciclista (posiblemente la vestimenta deportiva que menos favorece a quien la lleva), para un rato mas tarde, ya cambiado, reaparecer con una camiseta a medio camino entre la que te regalan por participar en una carrera popular y las que te dan por hacerte socio de Manos Unidas. Por supuesto sin planchar.

Es verdad el tópico del australiano despreocupado (las tortugas surferas de "Buscando a Nemo", que estaba en Australia, sin ir mas lejos). Lo genial no es la manera en que vayan. No. Es que van como les sale de los cojones. Esa es la norma. Y hace que una cosa más de cada cual en un contexto laboral, salga a la luz: lo mucho o poco y la forma en la que cuidan su aspecto exterior: Los que llevan camisa, es porque les gusta llevarla. Los que se afeitan, imagino que porque les pica (el jefe lleva impecablemente afeitada la cabeza). Los que van con zapatos, porque lo prefieren a las sandalias... (Otro de los jefes, trabaja con un sombrero de ala corta puesto; a una de las chicas de por aquí aun no le he visto el pelo bajo diversos pañuelos; a muchos, esto era previsible, nunca les he visto con pantalones largos...) Y algunos van planchados.

Y parece que esa es la norma, que no la haya. Que solo se vista de forma uniforme cuando se va disfrazado. No cuando se va a trabajar. Que se va todos los días y es demasiado tiempo como para estar vestidos como no nos apetece.

Australian Salmon Dance

Esta mañana, en mi trabajo, me han llamado para que fuera a un despacho. En torno al ordenador había un corrillo de gente viendo este vídeo que dejo abajo. Alguno de los interpretes de esta "Danza contemporánea" trabaja en mi sala. Reconozco que lo primero en lo que he pensado ha sido en los bailes de fin de curso de la EGB, en el casero de "El Nota" y en Monty Python Fish slapping dance. Y que no sabía si reír o llorar. Pero... yo que sé, yo que sé.
No quiero decir más del vídeo. Vedlo a ver que os parece. La canción es de Chemical Brothers. Más cosas como primer comentario.


THe Salmon Dance from danni dance on Vimeo.

No es país para conejos

Este fin de semana estuve viendo bichos de los que solo hay por aquí.
El principal causante de que muchos de estos animales ya solo puedan ser vistos en cautividad es el conejo.
Por lo visto, alguien venido de Europa pensó que Australia debería tener conejos. Parece ser que era inglés y que su intención era cazarlos. En cualquier caso se trajo 24 conejos (2) a la isla continente (1).

Los soltó a que corretearan libres por el campo. E hicieron honor al dicho y se reprodujeron. Mucho. Unas cuantas décadas mas tarde, había 600 millones de conejos (3). Y claro, arrasaron con toda la vegetación australiana y de paso con los animales que se alimentaban de ella.

Años después, en 1950, para combatirlos (exterminarlos), se introdujo una enfermedad que no afectaba a los otros animales y si a los conejos, la myxomatosis. Terminó con casi todos los conejos, pero como casi siempre pasa en estos casos, los hubo inmunes. Cuya descendencia, en consecuencia, también lo fue. Y así pues, volvió la plaga.

Y desde hace unos años, se pretende eliminarlos con un nuevo virus (RHDV). Parece que va bien. Pero a la espera de que algunos sean inmunes, deberían estar ya trabajando en siguientes plagas.

En España nos pasa lo mismo con las palomas. Lo que no se es si estas se han cargado el ecosistema de algún lado o simplemente el mobiliario urbano.

(1) Lo de Oceanía es una cosa que aquí no se lleva; esto es un continente y punto.
(2) Tanto esta cifra como muchas de las otras que doy, varían según versiones, pillo las que me han dado mas confianza dentro de que son similares.
(3) Quizá sea un triple, pero imaginarse a tantos conejos es una cosa tan pequeña como es Australia en un mapa, da yuyu.

Malditas gaviotas

Las gaviotas de aquí no son como las de España. O, al menos, como las de Málaga o Asturias (que son las que mejor conozco y no quiero generalizar sobre todo el colectivo). Las gaviotas australianas son palomas sobredimensionadas. No me refiero a su aspecto, sino a su naturaleza, personalidad y saber estar. Son pesadas, imposibles de ahuyentar y muy tontas: He visto más de un choque entre ellas. Y en su relación con las personas no parecen ser conscientes de que somos más grandes que ellas y que podemos pisarlas, y carecen del más mínimo sentido del respeto por nuestro espacio vital: me han rozado un par de veces la cabeza con sus alas, y mirad lo que llegan a hacer con este pobre crío:



Vuelvo a la peli de "Buscando a Nemo": Todos los animales hablan fluidamente, excepto las gaviotas que solo dicen "mío, mío".



¿De dónde eran esas tontas gaviotas? De Australia.



Vale que no soy precisamente Felix Rodriguez de la Fuente, pero se que nada es más peligroso que un tonto que no sabe que lo es. Y he visto "Los pájaros" y las gaviotas desde entonces me dan miedo (el primer ataque de un pájaro en esa peli es de una) .



Por todo ello, y prolongando lo dicho en los comentarios sobre los conejos, no me extraña que aquí apenas haya palomas: Se aburren de las gaviotas.
FOTOS: La primera y la última foto son del mismo sitio: al niño lo rescató su madre del agobio, pero al rato ya estaban de nuevo molestando. Las segunda foto no hace justicia a la versión Hamelín con gaviotas en vez de niños presenciada.

Melbourne o la suerte de la fea

Cuando se planteó la posibilidad de venirme a Australia, no quería venir a Melbourne. Quería ir a Sydney.

Melbourne tiene millones de habitantes. Todos los que he conocido me hablan mal de Sydney. Y muchos de ellos han usado la metáfora de las hermanas o hermanos feas/os, según el sexo del que lo cuente. Uso lo de las hermanas: Resulta que Sydney y Melbourne son como dos hermanas. Sydney es a la que sus genes se lo pusieron más fácil para gustar a primera vista. Guapa y atractiva. Melbourne, pues ya se sabe, lo contrario. Así pues, la fea Melbourne se lo curra a lo largo de su vida y se convierte en una chica con buen transporte público, bonitos prados en los que en vez de pastar las vacas se juega al criquet y demás bifurcaciones de lo que uno consideraría una ciudad más atractiva que bella y con la que/en la que uno alquilaría una casa. Mientras que Sydney, pues se dedicó a tomar el sol mientras leía revistas frívolas, espantaba a turistas que se la querían ligar y organizaba olimpiadas (tras lo cual, todos me dicen, Sydney no ha vuelto a mover un dedo).


Y la historia, indefectiblemente termina en un: Con Melbourne te casarías, con Sydney no (bueno, la parte de Sydney a veces es más soez)

¿No resulta encantador que seamos así de catetos con el "vecino" en todas las esquinas del mundo? He oído esta misma historia en mil pueblos, ciudades y pueblos que se creen ciudades de España.


Antes de ir a Sydney, diré que Melbourne no es una hermana fea. Acaso es poco fotogénica. Tiene un perfil bueno, su río; una peca que hace gracia (una estación de tren color pastel, segunda foto) y buena pinta por las noches, pero no acaba de salir guapa en las demás fotos (de ahí que no las ponga). Pero luego tiene mil cosillas para ir descubriendo poco a poco. Mil pintadas muy chulas (que en las guías turísticas llaman "arte urbano" y que dejo para otro día), parques brutales, cientos de kilómetros de carril bici, centros culturales fantásticos, un par de playas urbanas bastante más que dignas y miles de sitios en los que se está calentito tomandose una copa. Te pasas el día con la palabra "agradable" en la boca. Eso sí, es cara y le faltan sitios para una simple caña (de la tapa ni hablamos).


A ver qué pasa con Sydney. Si tras verla estoy de acuerdo con lo que de ella dicen los de Melbourne. (O sea, lo que la hermana que se ve fea pero lista dice de la, según ellos, guapa pero tonta). Quizá así comprenda el refrán del que saco el título de esta entrada. Nunca he sabido si era una manera de decir que se envidia lo que no se tiene o una forma de consolar a los feos con que al menos son envidiados.

Cosas que me han dicho sobre Australia desde España

Por un rato, voy a dar la vuelta al espejo: Cosas que he aprendido (o que me han pedido) de aquí desde allí. Todas ellas de amigos vía mail y muy presentes en mi día a día. Hay muchas más, pero por algún sitio hay que empezar. Dejo el copyright de lado, porque no he pedido permiso, pero todo es reversible. En algún caso cabe poca duda. Allá van sin ningún orden:

- Ya me dirás si es verdad lo que cuenta la leyenda. Que la carne de [innombrable y peluchable animal de por aquí] sabe... a chicle de menta.
No voy a comprobarlo.

- [Imagino que] cuando uno está en Australia le asalta -o no es capaz de despojarse de- la sensación de estar en los confines del mundo.
No me ocurría hasta que leí esto. A mí, de cuando en cuando, me da por pensar que estoy boca abajo. Y me hace gracia.

- Allí se toma el sol mirando al norte. [En España al sur].
Los corchetes sobraban. Pero para mí no. Ahora es cuando se comprende que a mi lado Iniesta parezca mulato (Chuches para todos, dirá su anuncio el lunes).




- Australia es un cosa autocontenida (...) han estado aislados de todo toda la vida. Imagínate que si el Quijote hubiera estado en Australia, para llegar a la Mancha hubiera tardado 6 meses en llegar en Barco a Barcelona.
La imagen del Quijote bajando mareado de un barco y no entendiendo el catalán que se habla en el puerto me gusta.

- Pásalo bien en Australia. Tráeme sobrasada.

Geometrías australianas

Esto son todo "paisajes" rurales. Me di cuenta de que en ellos casi nunca hay gente o lineas curvas cuando las descargue en el ordenador. Me recuerdan a paisajes que vi en Estados Unidos.
Y me dan la misma sensacion de soledad, tranquilidad y bienestar que de aburrimiento.








Como si fueran sitios en los que apeteciera estar sentado en la puerta con un buen jersey, una pajita en la boca, una taza de café en la mano, y un periodico; pero en los que al minuto, admitiendo el fracaso, escupieras la pajita, te bebieras el cafe de un trago, y te metieras en el salón a ver lo primero que pusieran en la tele.

Australia en la batidora

En un alto porcentaje, Australia parece la suma y posterior división de Estados Unidos y Reino Unido:

Comparten con los unos obsesión por la seguridad ciudadana e hiperlegislación de "todo lo que podría ocurrir", pueblos de Western post-fiebre del oro con zonas residenciales "Aquellos Maravillosos años", desolados paisajes urbanos a escasa distancia de vastos espacios naturales (domesticados y por domesticar), centros históricos diseñados con escuadra y cartabón, centros comerciales que también lo son sociales y sobreprotección de todo lo viejo por carecer de lo antiguo.











Pero luego resulta que se emborrachan de manera malsana y sin pudor cada vez que beben, tienen un sistema de salud universal y de calidad, sus colegios públicos no están demasiado lejos de los privados, les flipa tanto el criquet como las apuestas, conducen por la izquierda, equilibran la parte de la pirámide alimenticia que corresponde al pescado con grasientos "fish and chips" y parecen estar contentos de tener como jefa de estado a la Reina de Inglaterra.





Vamos, que es una colonia inglesa, con cierto síndrome de Estocolmo, pero que valora tanto el espacio como lo hacen los yanquis y, teniendo su mismo dinero, lo redistribuyen mejor.

O no, a saber.




Lo importado que no es de estos países, es mucho menos frecuente y varía más. Sorprende la de asiáticos que se ven por la calle (soy incapaz de ser más concreto, a lo mejor son todos de Corea y yo ni me entero). Y hay muy pocos negros. De lo que más de cerca me toca no dejan de ser curiosas tres cosas: Que los churros (tan fríos como en Madrid) sean todo un éxito; que el Spanish Festival de este domingo pareciera el rastro un día de sol; y que no haya bar cuya carta carezca entre sus secciones de la de "Tapas". Eso sí, lo que luego te traen si pides una vuelve a lo anglosajón.

La piscina equivocada

Muchos de mis mitos tienen que ver con el perdedor (soy del Atleti). Y tengo un mito de la natación, Eric Moussambani. Es mi mito porque la suya es la única carrera de natación que he visto en mi vida con la que, además de no aburrirme hasta sentir dolor, me he emocionado. Con tres hechos destacables:

  • En la piscina sólo había un nadador (iban a ser tres, pero eliminaron a dos en salida nula, una pena).
  • Era la primera vez que Eric veía una piscina de 50 metros (eso dicen, era de la Guinea Ecuatorial pre-petróleo).
  • En la recta final, por poco llega nadando en mi estilo más querido: a patito.

    Multiplicado por el contexto: fue en las olimpiadas de 2000. En Sidney. Las de Ian Thorpe y los bañadores de cuerpo entero. Si Ian hubiera corrido junto a Eric, le hubiera sacado un largo (de los dos que eran).
    Lo habréis visto, pero podéis ver el video pinchando aquí. Grandioso cómo le cuelgan las correas de las gafas, la diferencia entre salida y la llegada, y la ovación final.
    El otro día estaba nublado y hacia viento, así que decidí irme a nadar, y decidí visitar "la piscina olimpica". Iba a nadar en la calle 5, como Eric. Pero en Sydney (como en Sevilla) llaman olímpico a lo que no tuvo que ver con las olimpiadas y en vez de ver una piscina post Olimpiadas de última generación, me encontré con esta cosa tan mona que os enseño en las fotos. Mirando a uno y otro lado desde la grada.






    Como no tenia gafas de nadar, y el cloro me estaba matando, cambié a espalda muy pronto. Nadando así, a techo descubierto y ojos rojos abiertos, me alegré mucho de haberme equivocado de piscina olimpica. Entre ESE puente y un parque de atracciones, creo que es la piscina mejor colocada que he visto en mi vida.

    Y no me acordé de Eric, la verdad.

    Pero mirad qué otra piscina ví para él este domingo:

  • El otro lado del espejo de lo informal

    Cambiemos a algo más ligero, que ya mismo acabo. Una de las primeras cosas que me llamaron la atención de Australia fue la ausencia de normas para vestir, en especial en lo laboral. Ahora que llevo dos meses por aquí, y que me queda una sola entrada para volver, me he dado cuenta de que esta ausencia de norma tiene su consecuencia: En Australia echan de menos "ir de algo". Les encanta disfrazarse.
    Hablé del multitudinario día Zombie. 3.000 personas. Del modelito para ir a las carreras o del Salmon Dance. Pero casi todos los días festivos que he pisado la calle he visto a gente disfrazada. Alguna vez en el contexto de actividades colectivas,  pero la mayoría simplemente porque estaban de fiesta, digamos, privada.


    Parece que igual que pasa en España con los matrimonios, en los que la progresiva dilución de la boda hace que cada vez se organicen más las despedidas, aquí llenan el "vacío" de poder ir descalzos por la oficina (lo hacen sin olores) disfrazándose. Y lo mismo ves a un hombre vestido de pitufo pidiendo un taxi, que un grupo de chicas vestidas de strippers haciendo castillos de arena con sus hijos en la playa, que a de Mario Bros. jugando a esta especie de petanca para ricos (que resulta que son los bolos de aquí).


    FOTOS: La de arriba (convención del tebeo) y la de abajo (inclasificable, pero una de las 10 que tengo de gente disfrazada sin mayor motivo) son de días y ciudades diferentes. Pero adivinen el nexo común entre los disfraces (pinchando encima se ven mejor).

    El arte fuera de los museos

    Oí a Gozalo Suárez decir que "visto un museo, vistos todos". No es que yo también lo piense, pero la frase me hizo gracia.

    En Melbourne, y en menor medida en Sydney, se ve arte mucho más interesante fuera que dentro de los museos. La gente que pinta en las calles o las esculturas que te encuentras en ellas, son las que hacen que esas calles o parques merezcan la pena. Y curiosamente es el fenómeno contrario a lo ocurrido en España con muchos "nuevos" museos: Lo que importa es el edificio, lo de dentro ya veremos.
































    Si debajo de cada pintada que me ha gustado bastante hubiera habido una gorrilla, habría echado dinero en muchas (con la certeza de que iría a parar al artista o a un compatriota).

    Dejo unas pocas fotos de las muchas que tengo; pinchando sobre ellas se ven en grande.









    Y si pensara que lo que ocurre es que son los artistas los que no quieren que sus pinturas estén en el museo más importante de aquí (NGV), tendría una razón para pensarlo: Tienen miedo de esto.



    Sí, habéis acertado: Un maniquí sin cabeza vestido de dama de picas patinando sobre figido hielo en forma de restos de poliespan. Pinchad encima si os atrevéis.